Puedo decir con certeza que uno de los mayores terrores como mamá
es que alguien pueda abusar de tus hijos, es algo que te llena de angustia y
esperas que nunca te pase, sin embargo, a pesar de las medidas que podamos
tomar nuestros pequeños siempre serán vulnerables, pues los
"malos" se aprovechan de su inocencia, de su confianza y de sus
temores.
PERFIL DE UN VIOLADOR DE NIÑOS
Aunque no hay un perfil psicológico exacto para determinar a los
delincuentes sexuales, porque justamente se caracterizan por su heterogeneidad,
sí existen algunos rasgos que podrían identificar los comportamientos y
actitudes de estos abusadores.
Para
empezar, podría decirse que se trata de personas que tienen una marcada inmadurez
psicológica o emocional y que probablemente pudieron haber sido víctimas de
abusos durante su niñez o también testigos de relaciones
abusivas durante ese periodo.
De
acuerdo con Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación de Psiquiatría de
América Latina, lo cierto es que se ha identificado que la mayoría de estas
personas no logran aprender maneras más adecuadas de relacionarse con los demás
diferentes a las traumáticas que los marcaron dentro de su desarrollo.
Estadísticamente
se ha demostrado que tienen baja tolerancia, temperamentos explosivos y una
fragilidad emocional que los hace reaccionar de manera agresiva ante incidentes
menores.
Olga
Albornoz, especializada en psiquiatría infantil, manifiesta que estas personas
necesitan doblegar a sus víctimas o hacer lo posible para que ellas se sometan
a su voluntad; lo que, en no pocos casos, se complementa con una inseguridad
extrema, tendencias posesivas y celos exagerados.
Córdoba
insiste en que también pueden existir otras características más difusas, como
hacer que sus víctimas se sientan responsables de los actos, lo que puede estar
acompañado de violencia, traducida en humillaciones o ataques físicos. “Por eso no es raro que usen
castigos y recompensas para manipular a los agredidos”, afirma.
Por
otra parte, Albornoz asegura que la mayoría de los victimarios no son ajenos al
ambiente de niños y adolescentes y, por el contrario, suelen estar cerca del
entorno familiar, escolar o de amistades.
Y
aquí los dos expertos coinciden en que si bien es cierto que el deseo por los
menores y querer tener relaciones sexuales con ellos son actitudes que marcan
trastornos psicológicos, hay que mencionar que el abusador es completamente responsable de
sus actos, pues en muchos casos usa sus relaciones de confianza con los menores
para construir vínculos en los que posteriormente se manifiesta su enfermedad.
No es
extraño que el abusador confunda y diluya sus sentimientos y la capacidad para
detenerse frente a situaciones de ansiedad, temor y angustia de los menores e,
incluso, algunas corrientes académicas consideran que disfrutan con dicha
agresión.
Desde el punto de vista psicopatológico, una clasificación sitúa a los abusadores en situacionales, preferenciales, familiares y extrafamiliares.
Robert Hare, profesor emérito de la Universidad de Vancouver, considerado uno de los mayores expertos del mundo en este campo, creó una serie de señales que permiten avizorar la presencia de un depredador. Entre estos están:
Desde el punto de vista psicopatológico, una clasificación sitúa a los abusadores en situacionales, preferenciales, familiares y extrafamiliares.
Robert Hare, profesor emérito de la Universidad de Vancouver, considerado uno de los mayores expertos del mundo en este campo, creó una serie de señales que permiten avizorar la presencia de un depredador. Entre estos están:
- La irresponsabilidad.
- El consumo de drogas.
- Un comportamiento impulsivo.
- Afectos llenos de superficialidad.
- Baja capacidad de remordimiento.
- Locuacidad y encanto superficial.
- Exaltación del valor del yo.
- Necesidad permanente de estimulación.
- Tendencia al aburrimiento.
- Mentiras patológicas.
- Manipulación de la conducta.
- Relaciones afectivas de poca duración.
- Incapacidad de asumir sus propios actos.
- Conducta sexual promiscua.
- Estilo de vida parásito.
- Falta de empatía.
- Posturas dogmáticas o endurecidas.
A ese listado, Rodrigo Córdoba le agrega que es importante detectar algunos rasgos en adolescentes, con el objeto de iniciar intervenciones de carácter preventivo. Entre estos están: el maltrato animal, las mentiras permanentes, los hurtos, los fracasos académicos consecutivos, la conflictividad, el irrespeto por los límites y acercamientos precoces con alcohol, sexo y drogas.
Frente a estas últimas insiste en que es mandatorio ponerle atención a cualquier conducta de riesgo que esta población ejecute bajo el efecto de drogas. Esto podría ser centinela para evitar complicaciones mayores.
¿Cómo se puede detectar a un niño víctima de abuso sexual?
“Hay niños emocionales, que son los
que de un momento a otro se ven tristes, cabizbajos, con inapetencia
alimenticia, terrores nocturnos, en el colegio se notan distantes, retraídos,
bajan el nivel académico, quieren estar solos, empiezan a mostrar miedo hacia
ciertas personas, especialmente hacia el abusador, que sabemos que está en su
familia en casi 80 % o 90 % de los casos. Hay niños que empiezan ser agresivos
con ellos mismos, se cortan las manos, como una manera de transmitir lo que
sienten”.
¿Hay otras manifestaciones aparte de estas?
“Hay niños que muestran ganas de
morir o preguntan sobre la sexualidad, lo que no es normal a sus edades, como
el tamaño del pene, que por qué los adultos tocan a los niños, esos son
emocionales”.
¿Y los no emocionales?
“Esos son los físicos. De un momento
a otro se quejan de dolor en el estómago, porque allí se somatiza el problema;
empiezan a sufrir estreñimiento, porque el abuso ocurre en la zona anal; tienen
problemas de orina, cuando ya controlaban esfínteres, y se les ve heces fecales
en el pantaloncito. Se les notan moretones, chupados, las niñas empiezan a
tener flujo o problemas para ir al baño, que, si bien se pueden parecer a otros
problemas, como una separación de sus padres, hay que empezar a descartarlo”.
¿Cuándo se debe reportar el caso como de abuso?
“Si un niño presenta mínimo cuatro
indicadores desde lo emocional o desde lo físico, se le recomienda a la mamá
acudir a un centro de salud”.
¿Pero en todas las edades se manifiestan igual?
“No. Los niños en amamantamiento son
muy vulnerables al abusador, son llorones, se les ve laceraciones en sus labios
o de repente miran los genitales del muñeco; los de primera infancia (hasta los
6 años) son más comportamentales; los de segunda infancia y adolescencia ocultan
mucho, porque son manipulados por el adulto, que los amenaza con hacerles daño
a ellos o sus madres”.
¿En los varones se manifiesta diferente?
“Los varones no cuentan, porque
tienden a creer que los van a tachar de homosexuales y los van a rechazar. Hay
más denuncias de niñas, se dice que en Colombia una de cada cuatro niñas es
víctima de abuso y uno de cada seis niños, pero creo que es en la misma
proporción”.
¿Por qué a muchos niños los padres no les creen?
“Es cierto, se da porque el caso
ocurre en el hogar: es el esposo, el compañero sentimental, el hijo mayor, el
sobrino, el hermano. Y las mamás tienden a negar, porque es más fácil esto que
enfrentar. El llamado es a creerles, los niños mienten sobre otros temas, pero
sobre los abusos sexuales no, el niño miente para salirse de un problema, no
para meterse en uno”.
Hay mamás que prefieren al compañero sentimental que a sus
hijos...
“Sí, pero no es porque no quieran
proteger a los niños sino por el miedo, porque el adulto se presenta querido,
amable, y otras es porque él les da sustento y es el complemento sentimental, y
priorizan ser mujer que mamá”
Fuente: Periódico el Colombiano
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